Elías

 



 Había una vez en Iquique un anciano barbudo llamado Elías. Durante décadas, había vivido vagando en el corazón de la ciudad. Su rostro estaba surcado de arrugas, y su barba blanca se enredaba como las ramas de un viejo árbol.


  Cada día, al mediodía, Elías salía a la plaza. Se acostaba en el pasto, justo debajo de la sombra de una palmera. Allí, con los ojos cerrados y la barba apoyada en el pecho, se sumía en un profundo sueño.


  Los transeúntes lo miraban con curiosidad. Algunos murmuraban entre ellos, preguntándose por qué un anciano dormía a plena luz del día en un lugar tan concurrido. Pero nadie se atrevía a despertarlo. Elías era una figura conocida en el barrio, y todos respetaban su rutina.


  Los niños, en cambio, encontraban fascinante al anciano. Se acercaban sigilosamente y observaban su rostro arrugado, sus manos temblorosas y su respiración pausada. Algunos decían que Elías era un sabio, que viajaba en sueños a lugares lejanos y regresaba con historias asombrosas.


  Un día, un joven periodista se acercó al anciano. Quería saber más sobre su vida, sus sueños y sus secretos.  Elías sonrió y le dijo: “Mi querido amigo, la vida es como un largo sueño. A veces, necesitamos cerrar los ojos y descansar, incluso en medio del bullicio de la ciudad”.


  Elías siguió durmiendo a mediodía en la céntrica plaza. Los años pasaron, pero su rutina nunca cambió. Algunos decían que había encontrado la clave de la felicidad: vivir en paz consigo mismo, sin importar el ruido del mundo exterior.


  Y así, Elías se convirtió en una leyenda en la ciudad. Los niños crecieron escuchando sus historias, y los adultos aprendieron a valorar los momentos de quietud en medio del ajetreo diario. Porque, como decía el anciano, “a veces, el verdadero tesoro está en los sueños que tenemos despiertos”.

Elías


 Había una vez en Iquique un anciano barbudo llamado Elías. Durante décadas, había vivido vagando en el corazón de la ciudad. Su rostro estaba surcado de arrugas, y su barba blanca se enredaba como las ramas de un viejo árbol.

  Cada día, al mediodía, Elías salía a la plaza. Se acostaba en el pasto, justo debajo de la sombra de una palmera. Allí, con los ojos cerrados y la barba apoyada en el pecho, se sumía en un profundo sueño.

  Los transeúntes lo miraban con curiosidad. Algunos murmuraban entre ellos, preguntándose por qué un anciano dormía a plena luz del día en un lugar tan concurrido. Pero nadie se atrevía a despertarlo. Elías era una figura conocida en el barrio, y todos respetaban su rutina.

  Los niños, en cambio, encontraban fascinante al anciano. Se acercaban sigilosamente y observaban su rostro arrugado, sus manos temblorosas y su respiración pausada. Algunos decían que Elías era un sabio, que viajaba en sueños a lugares lejanos y regresaba con historias asombrosas.

  Un día, un joven periodista se acercó al anciano. Quería saber más sobre su vida, sus sueños y sus secretos.  Elías sonrió y le dijo: “Mi querido amigo, la vida es como un largo sueño. A veces, necesitamos cerrar los ojos y descansar, incluso en medio del bullicio de la ciudad”.

  Elías siguió durmiendo a mediodía en la céntrica plaza. Los años pasaron, pero su rutina nunca cambió. Algunos decían que había encontrado la clave de la felicidad: vivir en paz consigo mismo, sin importar el ruido del mundo exterior.

  Y así, Elías se convirtió en una leyenda en la ciudad. Los niños crecieron escuchando sus historias, y los adultos aprendieron a valorar los momentos de quietud en medio del ajetreo diario. Porque, como decía el anciano, “a veces, el verdadero tesoro está en los sueños que tenemos despiertos”.

El 0ntozénico tetraedro arrojando esferas.

...Entre dos I columnas I el Tiempo Asoma.
El Dragón sopla la Tierra.
En el corazón del Sol
El que habita
Observa




















 

 

El universo como instancia autopoyética: Un ensayo exploratorio.

 

 Introducción

  La idea del universo como una entidad autopoyética, capaz de autoorganizarse y mantener su propia existencia, ha cautivado a filósofos y científicos por igual. Esta perspectiva desafía la visión tradicional del universo como un sistema estático y mecánico, y abre nuevas posibilidades para comprender nuestro lugar en el cosmos.

¿Qué es un sistema autopoyético?

Un sistema autopoyético es un sistema que se autoproduce y se automantiene. Es decir, es capaz de crear y mantener sus propios componentes y relaciones, sin depender de un entorno externo. Los sistemas autopoyéticos son ejemplos de autonomía, una propiedad fundamental de la vida.

El universo como sistema autopoyético

El universo, como sistema físico, presenta características que lo asemejan a un sistema autopoyético. Algunas de estas características son:


Autoorganización: El universo se ha organizado a sí mismo a través de procesos como el Big Bang, la formación de estrellas y galaxias, y la evolución de la vida.


Autoconservación: El universo parece tener mecanismos que le permiten mantener su equilibrio y evitar su propia destrucción.


Capacidad de producir información: El universo, a través de la evolución, ha dado lugar a sistemas complejos que pueden procesar y generar información, como el cerebro humano.


Implicaciones de la autopoiesis del universo


Si el universo es un sistema autopoyético, esto tiene importantes implicaciones para nuestra comprensión del cosmos. Algunas de estas implicaciones son:


El universo no es un sistema estático, sino dinámico y auto-creativo.


El universo tiene una finalidad intrínseca, que es la de mantenerse y desarrollarse a sí mismo.


La vida no es un accidente, sino una parte natural y necesaria del desarrollo del universo.


Conclusión

La idea del universo como instancia autopoyética es una propuesta desafiante y estimulante. Esta perspectiva nos invita a repensar nuestro lugar en el cosmos y a reconocer la profunda interconexión que existe entre todos los seres.


Limitaciones y desafíos

Es importante destacar que la autopoiesis del universo es una hipótesis aún en desarrollo. Faltan muchas investigaciones para comprender fully cómo funciona el universo como sistema autopoyético. Además, esta perspectiva enfrenta algunos desafíos, como la dificultad de explicar el origen del universo y la existencia de la materia oscura y la energía oscura.


Futuro de la investigación

A pesar de los desafíos, la investigación sobre la autopoiesis del universo es un campo en expansión. Los avances en la física, la biología y la inteligencia artificial pueden contribuir a comprender mejor esta fascinante posibilidad.

           Pedro (Bardy) Herrera.


  Bibliografía

Maturana, H. R., & Varela, F. J. (1980). Autopoiesis and cognition: The realization of the living. Boston: D. Reidel Publishing Company.


Luhmann, N. (1986). Ecological communication. Chicago: University of Chicago Press.


Kauffman, S. A. (1995). At home in the universe: The search for laws of self-organization and complexity. New York: Oxford University Press.












Amor perruno bajo la luna


    Dos perros bailando bajo la luna
Con sus patitas se abrazan con ternura
No les importa el mundo ni la gente
Solo les importa su amor inocente

      Dos perros bailando bajo la luna
Con sus colitas se mueven con soltura
No les importa el frío ni el calor
Solo les importa su corazón

   Dos perros bailando bajo la luna
Con sus ojitos se miran con dulzura
No les importa el pasado ni el futuro
Solo les importa su presente puro

   Dos perros bailando bajo la luna
Con sus ladridos se cantan con locura
No les importa la razón ni la cordura
Solo les importa su felicidad segura.